jueves, 21 de abril de 2011

definicion,origen y desarrollo del danzon

Danzón





 El danzón es un ritmo bailable rápido de origen cubano derivado de la danza criolla creado por el compositor matancero Miguel Failde y Pérez en 1879. Forma parte de la música tradicional de Cuba y México.
El nombre de este género musical no es más que el aumentativo de danza, aquel baile colectivo de figuras. En la segunda mitad del siglo XIX la danza criolla estaba muy de moda; se cristalizó entre fines del siglo XIX y principios del XX. En Cuba se interpreta con mayoría de instrumentos de viento, con piano, flauta, violines y percusión cubana. En México se agregaron saxofones a las orquestas de danzón - denominadas danzoneras -, y también el género es interpretado por mariachis y marimbas.

Orígenes

Se derivó como resultado de la transculturación de la danza y contradanza europea que llegó a fines del siglo XVIII por vía de las cortes españolas, las migraciones de franceses y de Haití, que incluían negros y mulatos. Estos bailes de salón recibieron las influencias mestizas para crear un son criollo. Estos bailes se asentaron en la isla caribeña hasta que se convirtieron en la danza y contradanza cubanas. Aunque mantenían el influjo afro en su ritmo, ahora poseían una mayor libertad expresiva que permitía a la pareja enlazarse con más sensualismo. La danza aumentó sus partes formativas y extendió su tiempo bailable, por lo que se le empezó a llamar danzón.sus instrumentos del danzón en México son el piano,trombón,trompeta,clarinete,saxofón,flauta,timbales guiro,claves su popuralidad 1900-1940su fecha de origen segunda mitad del siglo xix en cuba.

Evolución del Danzón

El nuevo ritmo produjo en los bailadores un sorprendente impacto. Las alturas de Simpson fue uno de los danzones más escuchados. En las noches se veían obligados los músicos a repetirla a petición de los danzantes.
En la primera y segunda década del siglo XX el danzón comenzó a perfilar su forma definitiva e incorporar elementos de otros ritmos y géneros cubanos, principalmente del son. El musicólogo Helio Orovio en uno de sus textos nos dice que "En el 1910, José Urfé, compositor, director y clarinetista, revoluciona el danzón cubano al insertar, en su parte final, un montuno de son al estilo de los figurados de los treseros orientales". Este danzón fue titulado "El bombín de Barreto".
Surgieron creadores como Raimundo Valenzuela, Enrique Peña, Chencho Cruz, Corbacho, Felipe Valdés, Antonio María Romeu, Eliseo Grenet, Ricardo Reverón y Pablo O'Farrill, que con sus aportes mejoraron el aspecto interpretativo.
Comenzando el segundo cuarto del siglo XX, se desarrollaron en Cuba excelentes orquestas en la interpretación de danzones como la de Antonio María Romeu, en la que tuvo una destacada participación como cantante Barbarito Díez.
Fuera de alguna innovación de tipo instrumental el danzón no sufrió alteraciones hasta que el matancero Aniceto Díaz mezcló varios elementos del mismo con otros del son y creó su danzonete en 1929.
Siguiendo con la influencia del son, Orestes López, contrabajista de la orquesta "Arcaño y sus Maravillas", crea su "Danzón Mambo" en 1939 al que le incorporó al final del danzón un motivo sincopado como el del "Tres" en el son dando origen a un nuevo estilo rítmico en el danzón que alcanza su mejor definición en el mambo, de Peréz Prado y el cha-cha-chá de Enrique Jorrín.
El son montuno, ritmo que surge en la zona oriental de Cuba y que sustituyó paulatinamente la popularidad del danzón entre los bailadores, generó tal aceptación al llegar en la primera década del siglo XX a La Habana que con los años se convirtió en el género musical cubano más influyente de ese siglo en el ámbito nacional e internacional, dejando al danzón y su baile como "mUúsica del pasado".
Con el surgimiento del danzonete, el cha-cha-chá y el mambo, el danzón entró en decadencia.

En los primeros años del presente siglo, el danzón llegó a México por Veracruz y la península de Yucatán, junto con una maravillosa inmigración de cubanos que salieron de su país precisamente por las convulsiones políticas resultantes de su reciente independencia de España, la intervención de los Estados Unidos de América y la instauración poco afortunada de su primer régimen constitucional. 

La música popular de las costas del Golfo de México -particularmente la de Veracruz- muy pronto se vio enriquecida con el danzón, y no fueron pocos los compositores, músicos y bailadores que se asimilaron a tan agradable género tropical, mismo que arraigo definitivamente conservando los elementos originales de estructura y ritmo -con su típico "cinquillo"- pero adquiriendo, a su vez, características locales. 

La danzonera aumentó paulatinamente su dotación instrumental incorporando, en la sección de maderas: saxofones altos, saxofones tenores y, en forma muy destacada, el saxofón barítono, sin menoscabo de emplear, ocasionalmente, el sax soprano; en los metales, se aumenta el número de trompetas y trombones y se sustituye el bombardino por el figle, actualmente en desuso. Persisten violines y el contrabajo, asimismo, las percusiones básicas de los timbales y el güiro que se complementan de ordinario con claves. 

Hasta la fecha, en el puerto de Veracruz goza de gran fama el barrio de "La Guaca", sobre la intersección de las calles de Manuel Doblado y 1° de Mayo, donde los jarochos bailan el danzón con mayor propiedad, hasta en la vía pública durante el Carnaval, y de continuo, en el aledaño -y no menos famoso- salón de fiestas del Sindicato de Estibadores, sin menoscabo de las exhibiciones semanales que hacen los bailadores en la Plaza de Armas acompañados por la Banda Municipal de Música. 

Pero siguiendo la trayectoria del danzón hacia el interior del país, luego de haber arraigado sólidamente en las costas del Golfo, cabe señalar que el 20 de abril de 1920 se inaugura en la capital -en el edificio de la antigua panaderia de "Los Gallos" acondicionado exprofeso- sobre la calle Pensador Mexicano, lo que sería el templo del baile popular y el palacio de la música tropical por antonomasia... el tradicional y legendario Salón México -entre las 7 de la noche y el amanecer del día siguiente- de preferencia por animosa clientela populachera auténtica de "rompe y rasga", que imprimió al sitio un vibrante y peculiar ambiente muy recordado hasta ahora por quienes tuvieron oportunidad de conocerlo y en dónde, por supuesto, el danzón se mantuvo en lugar preponderante.
Son innumerables los acontecimientos, anécdotas y leyendas surgidas en el ámbito de este salón, y bien podría hacerse una compilación sería por cuanto a su contribución en el folclor urbano. Amador Pérez Torres "Dimas", compositor oaxaqueño del clásico danzón "Nereidas" y reconocido director, retirado, de bandas de música y danzoneras (por muchos años, precisamente en el Salón México), narra "...había concursos de tango, de danzón, de paso-doble y hasta de vals clásico" "...Ventura Miranda era el rey, el campeón del danzón. Las mujeres consideraban un gran honor que las tomara por pareja. Y en las Navidades, se organizaba una auténtica posada, con María y José seleccionados entre los clientes habituales, quienes llegaban en burro con un niño rubio alquilado en el vecindario del 2 de Abril y Pensador Mexicano". 


Algunos parroquianos presenciales informan que "...delimitaban la categoría y condición de la clientela, tres espaciosos salones que eran conocidos, respectivamente, como "del sebo", "de la manteca" y "de la mantequilla" este último -por supuesto-, era el de mayor alcurnia dentro de la tónica general del lugar..." Y ha pasado al dominio público, aunque "Dimas" asegura que era pura vacilada, el texto del irónico letrero -colocado seguramente en el salón "del sebo"-, que advertía: "Se suplica abstenerse de arrojar colillas encendidas en el piso, para evitar que las señoritas se quemen los pies". 

Al principio de los sesentas, el Salón México cerró por incosteabilidad ante una disposición gubernamental de la ciudad que restringía el horario para los centros de baile. Sin embargo, en nuestros días, son varios los salones que funcionan -con el horario del reglamento- manteniendo relativamente la tradición, muy concurridos pero sin la inolvidable característica, única del México, que en su momento, fue centro de atracción y curiosidad de propios y extraños, visitado con frecuencia por personajes famosos del medio artístico, político, deportivo y de la alta sociedad. 

En 1936, el célebre compositor neoyorquino Aarón Coplan tomó el nombre de este salón de baile e inspirado en su singular ambiente, escribió una de sus más deliciosas y conocidas obras, precisamente "Salón México" aunque, curiosamente, no utilizó tema musical relacionado con el danzón y si el tema de una canción popular del siglo XIX "El mosquito". 


Son numerosos los directores de danzoneras y orquestas, compositores, arreglistas y ejecutantes del género, los que han adquirido fama y prestigio gracias a los salones populares de baile capitalinos y que, en una u otra forma, han participado en el auge del danzón mexicano, cuya ejecución también se escucha con frecuencia en bandas de música, marimbas, mariachis y otros grupos no necesariamente tropicales. Pueden mencionarse sobresalientes -con riesgo de omitir injusta pero involuntariamente a algunos-, entre los de origen cubano: Consejo Valiente "Acerina", Mariano Mercerón y Arturo Núñez. Y asimismo entre los mexicanos ocupan relevante lugar: el ya mencionado Amador Pérez Torres "Dimas", el veracruzano Noé Fajardo, el yucateco José Gamboa Ceballos, el chiapaneco Rafael de Paz, Carlos Campos con su muy particular estilo; Everardo y Juan Córdoba, Agustín Pasos, Marciano Pacheco, José Bojórquez, Macario Luna y tantos más cuya relación resultaría, a la vez que difícil de completar, extraordinariamente amplia.
El primer danzón conocido, titulado "Las Alturas de Simpson" se escuchó por vez primera el 1 de enero de 1879 en el Liceo de Matanzas. Lo interpretaba una "orquesta típica" de viento, que contaba con cornetín, un trombón de pistones, un figle, dos clarinetes en DO, dos violines, un contrabajo, dos timbales y un güiro criollo. Dicha orquesta estaba dirigida por Miguel Faílde que era el autor del pupu.
El danzón de Faílde se conforma de tres partes de 16 compases, que se denominan: Introducción, parte o trío de clarinete y trío de metales. Interpretado por la llamada "orquesta típica" (mencionada anteriormente) aunque años después se interpretó también con la orquesta llamada "charanga francesa".




¿Qué importancia tiene para la identidad regional conservar las tradiciones dancisticas?

Mucha, pues mantienen la identidad cultural, conservan la historia, permiten que emerja una categoría indispensable en la vida de los ciudadanos: la identidad.
Y asi poder dar a aconocer nuestra identidad cultural en el mundo .
Las tradiciones son importantes, pues transmiten en el tiempo un acervo cultural y patrimonial único, unos saberes cada vez más importantes, y una memoria que nos permite ubicarnos en el tiempo como seres históricos, con finalidades específicas.